Instrucciones de uso: Pincha en alguno de los personajes de arriba para ir al comienzo de su historia. Pincha las palabras de enlace verdes, en cada texto, para seguir leyendo. Si no hay una palabra de enlace, la historia esta parada ahi. También puedes usar las etiquetas, para encontrar personajes secundarios. Más, aqui.

jueves, 23 de abril de 2009

Noche de graffiti

Conocí a un tío que se saltaba seis monopatines de ollie. Se llamaba mani y en esa época no llevaba barba. Patinaba con el Rata y el Juan, alias Juana la Loca, siempre con una escayola de tanto saltar escaleras de tres sesenta. Una noche ibamos diez o doce críos rulando por una calle que recuerdo muy bien y que se me aparece en sueños a veces. Era la calle del verano próximo, está prohibida, es de las que nunca llega, pero la alianza de monopatines tenía fuerzas para alcanzarla. Iluminada por farolas naranjas, algunos coches aparcados en cada acera y las casas a cada lado no muy altas. Yo iba el último, el más pequeño de los patinadores, pero me había pasado dos años sobre esa tabla, que ya no era monopatín sino astilla y funcionaba por influjo directo de mi córtex cerebral. Todo lo que pensaba que podía hacer lo hacía y cuando pensaba que no podría hacer algo, la tabla me tiraba al suelo, por supuesto. Allá iba yo entonces, todo era ruido de ruedas sobre asfalto y aunque no lo veía, el cielo era azul, azul de casi noche y estrellas con luna afilada. Paramos junto a una pared blanca y alguien sacó de su mochila esprays de pintura. Al cabo de un rato me llegó uno de los botes de pintura, casi vacío, con la bolita resonando dentro, pero me dió para escribir mi firma. Lo que pasó fue que de repente estaba solo y la pared llena de pintadas, y como todos se habían ido yo no tenía fuerzas para salir de la calle del verano próximo por mí mismo, entonces llegó el mani y apagó el día. Tenía un bote de pintura negra, y apretó la boquilla del bote y por fin se hizo de noche, fue pintando toda la pared y a la vez pintaba el cielo creo, y tachó todas las firmas y todas las estrellas y quedó solo la luna. Se qué apagó el día porque hubo día siguiente y fui al colegio. No volví a ver a ninguno de los monopatinadores, me hice mayor, se me partió la tabla y me la cambiaron por una botella de cocacola con vino