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martes, 13 de abril de 2010

¿Por dónde íbamos?

Ah, si. El canciller Gurmeti y ese grupo de muchachos que se hace llamar Wyvern, creo. Veamos, el canciller es un tipo gordo y bajito, vestido a la manera de Florencia, con casaca bordada y camisa blanca, en la que se divisa una cantosa mancha de vino de Borgoña. Aunque todo esto es superfluo por supuesto. El canciller Gurmeti es calvo, pero tiene mucho pelo anaranjado en la zona que hay sobre las orejas, y está sentado en un butacón tapizado con tercipelo azul, y construido en madera de nogal.

Su voz es tonante. Queridos amigos, bienvenidos, os estaba esperando. Pero tomad a siento, por favor. 
Se levanta y acerca unas butacas similares para los chicos Wyvern que han venido a buscarlo. Les ofrece coñac: ¿Gustáis?. Paul y Frank asienten y se sientan. El canciller acerca una botella coronada en un tapón que parece una bola diamante y les escancia el líquido en sendos copones de fino cristal de Bohemia. 

Después pasea por la estancia con los brazos cruzados en la espalda, silbando una melodía. Pasan unos minutos, Frank y Paul se revuelven incómodos en las sillas, dando sorbos al coñac. Frank le da unos golpecitos con el el pie a Paul: Eh, Paul, ¿eso que está silbando el gordo no es una canción nuestra? Y Paul: Pues sí, es la intro de piano de La Estrella de Ingaar, ¿no?...

La voz tonante del canciller interrumpe sus susurros. ¡Muy bien! ¿Listos para la prueba? ¿Cual es el programa para hoy? ¿Ruleta rusa? ¿Beso, atrevimiento o verdad? ¿Ajedrez? ¿Brisca, pocha, chinchón?

¡Mierda! exclama Paul por lo bajo, ¡Si Mike estuviera aquí seguro que ganaría al ajedrez!

¡Ajedrez! Buena elección. Un juego elegante y de caballeros.

¿Eh? No, no, aún no hemos decidido nada... solo era un comenta...

El canciller Gormeti alza un poco más su voz tonante, ¿Cómo? ¿Acaso vais a desdecir vuestras palabras?

Pero, pero, si aún no...

¡Silencio! La voz tonante del canciller no deja lugar a dudas. Habéis dicho ajedrez y ajedrez tendremos. ¡Johan! traénos el tablero, por favor.

Un criado se acerca, con una cuerda de cuero agarrada en la mano y una caja de madera con las piezas en la otra mano. El otro extremo de la cuerda de cuero esta atado a un collar de pinchos. El collar de pinchos está colocado alrededor del cuello de una joven desnuda, que camina a cuatro patas, su largo pelo rubio ocultándole la cara. Sobre la espalda, atado con correas que cruzan su cintura y su pecho, porta un exquisito tablero de ajedrez. Se coloca entre el canciller Gurmeti y los chicos Wyvern, sin decir nada. El tablero ondula levemente debido a la respiración de la chica.

Ostias que buena está, ¿no?, dice Frank. Nadie dice nada más. El criado Johan dispone las piezas sobre el tablero. Son piezas muy detalladas, grandes, con forma de persona, cada una con los atributos que la identifican como pieza de ajedrez. Tras un momento de espera, las piezas quedan dispuestas sobre el tablero, y Paul y Frank comprueban que han visto bien: En el bando negro, el suyo, cada alfil tiene la cara de uno de ellos.



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